Las estrategias misioneras en las diferentes regiones apuntaban a dominar a unos sujetos y a unos territorios concretos. La idea era garantizar el fin de las particularidades de las culturas indígenas con el objetivo de incorporarlos a la nación, a la comunidad de creyentes y a los sistemas productivos imperantes; sin embargo, no podemos pensar que los indígenas aceptaron, sin más, dicha imposición. Durante la presencia misionera en sus territorios desarrollaron una multiplicidad de tácticas que apuntaban a mantener su soberanía, su cultura y sus formas de organización, estas tácticas desestabilizaron y cuestionaron fuertemente las estrategias de los misioneros.

 

Si bien los documentos y las fotografías producidas por los misioneros apuntaban a mostrar su versión de la historia de las misiones y pretendían legitimar su actuación, en su superficie se asoman, a través de quejas, denuncias y reclamos, a través de gestos y de disposiciones, las tácticas mediante las cuales los indígenas se enfrentaron a la autoridad de los misioneros. En varios de sus escritos los misioneros se quejaban de la tenacidad con la que los pueblos indígenas defendían sus costumbres y tradiciones, de la dificultad que tenían al tratar de imponer su forma de organización a las autoridades indígenas, de su fracaso a la hora de escolarizar a los niños y las niñas, a la hora de obligarlos a cambiar sus formas de vestir, sus hábitos, su manera de entender el mundo.