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Estrategias de "Civilización"

¿Cómo te sentirías, qué pensarías, si alguna institución quisiera cambiar tu forma de vida, tus costumbres, tu manera de ver el mundo y de relacionarte con los demás?

Las estrategias desplegadas en conjunto por la Iglesia católica y el Estado colombiano, a partir de la institucionalidad configurada en el Concordato de 1887 y en los convenios de misiones posteriores, apuntaban a convertir a los indígenas y a los afrocolombianos, que estaban bajo su tutela, en lo que para tales instituciones era ser católicos virtuosos, trabajadores laboriosos y buenos ciudadanos. A través del control de la vida social de las regiones entregadas a los frailes y del manejo que se les había dado de la educación se pretendía alcanzar dicho objetivo.

Evangelización

Si bien algunos de los grupos indígenas que habitaban el país habían sido objeto de políticas de evangelización desde el período colonial, a finales del siglo XIX se emprendió un nuevo proceso que apuntaba a convertirlos al catolicismo. Los misioneros intentaron que los indígenas se bautizaran, hicieran la primera comunión y se casaran; además buscaban imponer el culto a los santos y a las vírgenes católicas llevando sus imágenes y realizando procesiones. Con estas estrategias los misioneros pretendían imponer sus creencias y su forma de comprender la relación con lo sagrado y sus nociones sobre la moral. 

Escolarización

En la Guajira y la Sierra Nevada los niños fueron recluidos en los mal llamados “orfelinatos” en los que, además de separarlos de sus padres, se les prohibía hablar en su idioma, se les enseñaba la doctrina católica, se les instruía en historia patria y en el culto a los símbolos nacionales y se les ponía a trabajar en el campo o en diferentes oficios de acuerdo con su género. En el Valle del Sibundoy, en el Chocó, en el Urabá y en la isla de San Andrés los frailes capuchinos, los misioneros del Inmaculado Corazón de María y los agustinos recoletos, junto con las madres franciscanas y los hermanos maristas, enseñaban a los niños en los colegios. Había clases de música, de agricultura y de carpintería, se les instruía para declamar en público y participar en los concursos de historia patria; las costumbres de sus padres eran presentadas como ridículas e incluso se les intentó imponer una forma de hablar, de vestir y de vivir diferente a la que habitualmente tenían.

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